A poco más de un mes que comience a regir el nuevo Etiquetado de los Alimentos, que obliga a rotular con un disco pare de color negro todos aquellos productos envasados que contengan un alto contenido de azúcar, sal y grasas, un estudio realizado por el Instituto de Políticas Públicas en Salud de la U. San Sebastián (IPSUSS) revela que 7 de cada 10 personas lee las advertencias sanitarias que se colocan en estos productos y que de ellos, un 50% reconoce que influye en la compra final.
Los resultados fueron presentados en el Coloquio “Antes de Comer: Pare, Mire y Lea”, en donde participaron como panelistas el jefe del departamento de Políticas Públicas del Ministerio de Salud, Tito Pizarro, la presidenta de la Fundación Chile Vive Sano, Cecilia Morel, la gerente técnica de AB Chile, Marisol Figueroa y el presidente del Colegio de Nutricionistas de Chile y docente de la USS, Samuel Durán.
En la oportunidad, el experto del Minsal Tito Pizarro, explicó que independientemente que el nuevo etiquetado comience a regir en junio, ya se están viendo cambios de conducta en la población que acuden a los supermercados y que se encuentran con alimentos que ya cuentan con esta advertencia, que algunos fabricantes han colocado anticipadamente en los envases de sus productos.
No obstante, adelantó que a fin de año se realizará una evaluación de esta política. “Tenemos que mirar las encuestas de consumo, qué es lo que está consumiendo la sociedad chilena, menos o más de estos productos. Y tenemos que hacer encuestas de opinión si se entendió el etiquetado, porque podemos descubrir que la realidad es distinta a lo que se cree. En un tiempo más largo, tenemos que mirar el perfil de los alimentos. Saber de verdad que hubo un cambio en la oferta y la claridad de la información al consumidor. Nosotros seguimos la obesidad en las embarazadas, en los niños menores de seis años y la ley obliga también hacer un seguimiento en las escuelas y la universidad. Entonces vamos a tener indicadores para poder decir estamos impactando. Pero también hay que ser bien honestos que lo primero que tiene que ocurrir es el cambio en los alimentos, que tengan menos de estos nutrientes y después, esperamos ver cambios en la obesidad”.
Por su parte, la industria de alimentos y bebidas, agrupadas en AB Chile, si bien valoran la medida, critican la forma en que se está implementando. “No compartimos las soluciones técnicas que se dieron”, dijo la gerente técnica, Marisol Figueroa, en referencia al diseño de la advertencia y la calificación de los alimentos altos en algún nutriente considerado crítico. Respecto a lo primero dijo que el etiquetado “sataniza o estigmatiza productos que están considerados en la canasta básica de las familias”.
Impuestos diferenciados para los alimentos
De los 34 países de la OCDE, Chile, junto a Australia e Israel, no presentan impuestos diferenciados, por eso su eventual implementación para desincentivar el consumo de alimentos altamente calóricos no se rechaza de plano. Al respecto, el experto del Minsal señaló que es una materia que está en estudio, y que incluso se avanzó en una mesa de trabajo con el colegio de nutricionistas. “Nosotros sabemos que una de las razones por las que la gente compra un producto es el precio. Si bajo el precio lo compro más. Si bajan las verduras o los lácteos, la gente va a consumirlos más y si subo el precio de aquellos alimentos que son altos en, obviamente va a disminuir ese consumo. Entonces es otra medida que este país tendrá que reflexionar en su conjunto. Tenemos que darle una vuelta, y ver si hay que introducir medidas impositivas. Ese es un tema que hay que discutir, no hoy día, porque hoy estamos haciendo una gran política que es la de etiquetado, pero si es un tema de reflexión en el país.
El impuesto está en discusión, hay que hacer la reflexión y hay que someterlo también al juicio de todos los ciudadanos”.
Desde la industria, Marisol Figueroa, menciona que el problema no es la recaudación de recursos, sino que es muy difícil que ese dinero que se recaude se pueda utilizar en la prevención o en atenciones de salud. “Lo que puede ocurrir es que termine en una bolsa de gatos”. Agregó que “muchos de los países que han colocado el impuesto en los alimentos, después lo han sacado, porque no ha funcionado, porque lo que sucede en la práctica es que desplaza el consumo de unos productos a otros, o cambia la compra de bienes en cosas distintas, pero en estricto rigor no ha producido el efecto que se buscaba, porque lo que pasa es que si un producto se pone más caro, entonces dejo de comprar productos para el aseo del hogar, cuidado personal y voy a comprar este alimento más caro. Y otro efecto es que esto le pega a la gente más pobre, porque lo que hace es que la poca disponibilidad que tienen, deben destinarla a alimentarse y les saldría más caro. Todo el rato se está eludiendo lo que es de fondo, el haberles educado, enseñado, tratando de cambiar el hábito. No funciona así la gente, tiene que haber un tema de convicción interna y por lo tanto, hablaban tanto del hábito alimentario, y del tema de estilos de vida saludable, de convencimiento y de ir educando a la población y mientras eso no se aborde no va a funcionar”.