Cómo el Packaging convierte a los niños en consumidores que eligen lo que quieren

En la batalla para tener el packaging más inspirador, el que llega más rápido al consumidor y el que consigue llamar la atención en medio de la avalancha de productos con los que los compradores se encuentran cada día hay un recurso que hace que -al menos una parte de la población- se quede con la imagen del producto que tiene en frente y lo quiera. Es el caso del caso del packaging para niños: productos empaquetados para llamar la atención de los más pequeños y lograr así colarse en el carro de compras.

Los niños son cada vez más conscientes de la existencia de diferentes marcas y son cada vez más consumidores con mayor poder de compra, ya sea directa o indirecta. La publicidad de la televisión y los mensajes de marca que reciben a través de internet son los facctores que empujan sus decisiones de compra. Y esos referentes, como apuntan en un análisis de Design Force, deben verse reforzados por el packaging del producto, que tiene que acabar de convencerlos para que cierren el proceso de compra.

¿Qué características tiene que tener un packaging infantil para convertirse en 'influencer' de sus decisiones de compra?
Las marcas tienen que empezar olvidando todo lo que saben sobre packaging, porque lo que saben y lo que hacen lo saben sobre adultos y lo hacen para adultos. El packaging para niños tiene que ser eso: un empaquetado pensado directamente para ellos.



En primer lugar, hay que jugar con los colores. Los niños buscan colores brillantes y que transmitan diversión. A eso hay que sumarle que los colores y la estructura del packaging tienen que ser rápidamente reconocidos: las marcas tienen que crear elementos de referencia, que hagan que los niños sean capaces de saber rápidamente qué producto es y de quién es.

No solo llega a los niños
El packaging para niños no está únicamente limitado a los productos que directamente tienen a los niños como público objetivo: cereales, chucherías o juegos son algunos de los ejemplos claros en los que es fácil identificar cómo y por qué las marcas se esfuerzan en posicionarse ante los más pequeños con un packaging diferenciado y que llame su atención de forma principal.

El papel higiénico, por poner un ejemplo, es uno de los productos de uso genérico que se ha reconvertido para llamar la atención de los más pequeños. No es difícil, paseándose por un supermercado o por una farmacia, encontrarse con ediciones especiales de papel higiénico de Bob Esponja o de Hello Kitty. Las marcas buscan llamar la atención de estos consumidores y hacer que los productos, vía su influencia directa en sus padres, entren en la cesta de la compra.



Los niños tienen lo que en un estudio de la universidad de Northumbria llaman el 'pester power', o lo que es lo mismo, el ser tan “pesados” que consiguen que sus padres hagan lo que quieran. El “cómpramelo, cómpramelo” es un poderoso factor de compra, pero antes de llegar a ello hay que llamar la atención de ese consumidor. El estudio señala que el packaging es uno de los elementos que impulsa esa decisión de compra y ese reclamo constante de lo que se quiere que se compre. Los efectos que tiene el packaging en los niños son además muy elevados y van mucho más allá de lo que logran conseguir en otros grupos de consumidores y con otros elementos. En conclusión, para llegar a los niños el packaging tiene que ser llamativo y estar lleno de color.

 

 

Fuente: puromarketing.com

 

 

 

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