Las botellas de vino son redondas, de cristal, con tapón de corcho y con un contenido de tres cuartos de litro. Al menos la mayoría y, sobre todo, en España, porque en otros países hace ya tiempo que prueban con otros formatos más allá de la botella Burdeos.
No hablamos sólo de sustituir el corcho por tapones de rosca, sino de botellas en formatos individuales y de plástico, e incluso vino que se comercializa directamente en la copa para beber.
El último invento en un segmento aparentemente clásico pero abierto a la innovación llega desde Garçon Wines, una empresa dedicada al envío de vinos a domicilio que ha inventado la botella plana. Mucho más fina, pero manteniendo la capacidad habitual.
No es sólo una forma de llamar la atención a base de diseño -como ocurre con las etiquetas-, sino que el objetivo es que las botellas puedan entrar por la ranura del buzón. Ya no hará falta que haya alguien en casa para recoger el pedido, y tu botella de vino te estará esperando cuando llegues del trabajo, prometen estos entusiasmados emprendedores que, además, participan en un concurso de televisión de la CNBC y ya se han hecho mundialmente conocidos.
Teniendo en cuenta que el almacenaje y transporte también son factores clave para los costes del vino, no sería de extrañar que la idea triunfe y en el futuro las botellas planas sean algo más que un curioso invento de los emprendedores de turno.
Habrá que esperar, eso sí, porque de momento la idea es sólo un proyecto que esta firma promete poner en marcha en breve. Por ahora queda la opción de recurrir a una de aquellas ingeniosas botellas de agua cuadradas -perfectas para que ocupen menos en el bolso y la mochila- y rellenarlas con vino.