En entrevista con diario El Pulso, el ministro de Medio Ambiente explicó los principales desafíos que tienen durante el proceso de desarrollo de los reglamentos de la Ley REP.
La Ley REP es uno de los máximos trofeos que ha logrado el Ministerio del Medio Ambiente en su historia, sin lugar a dudas, el DT del equipo es el ministro de esta cartera, Pablo Badenier. Por eso, el día en que se promulgó, él, como el resto de quienes trabajan en esta entidad, no podían borrarse la sonrisa de sus caras.
A casi un mes de este hito, siguen con la misma actitud. “Estamos muy contentos. Es un desafío del país que estaba pendiente hace mucho tiempo, donde hemos contado con grandes aliados del mundo municipal, de los recicladores de base y de los regulados”, dice el ministro.
La primera tarea para la puesta en marcha de la nueva legislación es fijar los reglamentos que indican las metas de recolección y revalorización de los productos prioritarios. “Para esto se requiere la colaboración explícita y formal de los regulados, que en muchos aspectos tienen mejor información que nosotros, tanto en Santiago como en regiones”, asegura Badenier.
¿Es muy diferente el panorama en regiones?
- Sí, por eso que es fundamental que fuera de Santiago no sólo exista la capacidad de recuperación de materias primas, sino también de procesamiento para transportarlas a la Región Metropolitana, o donde estén los centros de recuperación. Sin embargo, las grandes diferencias se dan en el costo del transporte, cuando las plantas de recuperación están en la RM, lo que puede, incluso, hacer inviable el proceso, principalmente si son volúmenes muy grandes.
¿Cómo tienen que ser las metas?
- Lo suficientemente altas para que se desarrolle el ecosistema de reciclaje; pero no tanto, para no caer en un permanente incumplimiento. Nuestro objetivo no es sancionar por incumplimiento. Por lo tanto, fijar esas metas por cada uno de los productos es prioritario, porque cada uno tiene comportamientos distintos. En algunos casos, son residuos peligrosos que están dentro de las casas y en otros, de uso cotidiano, pero que no entran a los hogares. Además, también hay elementos inocuos de consumo masivo, por lo que cada uno tendrá sistemas de gestión distintos. Por ejemplo, lo más probable es que muchas personas tengan vehículos, pero no por eso guardan los neumáticos o las baterías usadas en su patio. Reglamentar ese procedimiento será clave, ya que nos permitirá tener metas anuales. Ése es el desafío número uno.
¿Se diferenciarán las metas nacionales y regionales?
- Claro, y esto es muy relevante, ya que hará que quizá en regiones, se genere una capacidad de procesamiento más primario. Por ejemplo: triturar o “chipear” materiales para que sean recuperados. O sea, en regiones puede haber un procesamiento de primer nivel para ir aumentando los volúmenes, en el caso de ciertos productos.
¿Y las metas son proporcionales a cada región?
- Exacto. No está en nuestro propósito cumplir las metas nacionales sólo con lo que se produzca en la RM. En regiones también existe capacidad de recolección y procesamiento y ojalá, de valorización. Creemos que las señales al mercado están dadas para que los emprendimientos capten las oportunidades.
¿También es prioritaria la implementación de puntos limpios?
- Sí. Es el segundo gran desafío. La ley nos mandata a fijar por decreto un procedimiento simplificado para la autorización de puntos limpios en la vía pública. Hoy, ponerlos en operación en espacios públicos requiere de un trámite excesivo que desincentiva su implementación, que es algo que debemos mejorar. Y el tercer desafío es el trabajo con los recolectores de base, donde hay que reglamentar el uso de un Fondo Nacional de Reciclaje y posibilitar su ingreso masivo a sistemas de capacitación. Así, se certificarán como gestores. Pero independiente de los grandes desafíos de la “Operación REP”, esta ley establece un marco general para la regulación de residuos, por lo que nos va a permitir generar otros sistemas de gestión.
¿O sea la Ley REP no es sólo REP?
- Así es. Vemos con mucho interés, por ejemplo, la preocupación de las empresas de etiquetar las condiciones de sus productos desde el punto de vista ambiental. O sea, si sus residuos son reciclables o si tienen una cadena de producción sustentable, lo que se denomina como “Ecoetiquetado”. Es un tremendo instrumento que podemos desarrollar como Gobierno, el cual es esperado por consumidores y productores.
¿Qué otro ejemplo?
- La ley también nos faculta para reglamentar lo que se conoce como Sistema de Depósito y Reembolso. Es decir, que se pueda conocer el valor del residuo que queda una vez terminada la vida útil del producto. Esto es muy relevante para los “residuos voluminosos”, como aparatos eléctricos o electrodomésticos, que por lo general no los retira el sistema de recolección domiciliaria. Al respecto, va a existir un instrumento de desarrollo público para esto. Por lo tanto, hay una serie de instrumentos complementarios que van a surgir desde la Ley REP en la medida que una menor cantidad de residuos termine en un relleno sanitario.
¿Habrá un incentivo para la creación de empresas destinadas al retiro de esos escombros?
- No me cabe duda que los fabricantes o productores que se adhieran al Sistema de Depósito o Reembolso van a tener que tener un tercero especializado en materia de recolección y recuperación. Se dará un mecanismo de mercado que incentivará este proceso como un negocio.
¿Habrá un mayor fomento o instrumentos de financiamiento para este tipo de negocios por parte del Gobierno?
- Lo he conversado con el director ejecutivo de Corfo y lo más posible es que, en las líneas habituales que financian emprendimientos, exista una mayor cantidad de proyectos de esta índole. La opinión que hemos recogido en regiones es que gran parte del desincentivo de montar este tipo de negocios, es que nadie asegura a esos emprendedores la materia prima, que es básica para cualquier proceso productivo. Por eso, el establecimiento de las metas, que diferencie a las regiones, es clave. Esta ley les asegura que esa materia prima, no sólo estará durante el primer año, sino para siempre.