Juan Ladrón de Guevara, Director Ejecutivo de la agencia de sustentabilidad y cambio climático. El timonel gubernamental del cambio climático explica la importancia de crear e invertir en negocios verdes. Además, cuenta cómo construirán la agenda e instrumentos que heredarán a la próxima administración.
Trece años. Ese es el tiempo que tiene la nueva Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC) para cumplir sus metas que vencen el 2030, según el compromiso del Gobierno de Chile en el Acuerdo de París.
Quizá justamente por eso, lo más natural y práctico no era partir de cero, sino realizar un upgrade del Consejo de Producción Limpia (CPL), manteniendo a su equipo y su timonel: Juan Ladrón de Guevara, quien posee una larga trayectoria en cargos directivos en el Ministerio de Economía y en la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), además de ser consultor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
¿Qué cambia con respecto al antiguo CPL?
El CPL no tenía que reportar el cumplimiento de ninguna política de Estado. Había que avanzar en eficiencia o gestión ambiental, pero nunca había un número o una meta. El Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) colocan al país frente a una meta, así como a nosotros. Al 2030 tienen que reducirse las emisiones de energía. Entonces, el principal cambio es poner a la agencia como un organismo público, con una fuerte vocación ejecutora, más que de políticas y con una larga experiencia de relación con empresas y organismos ejecutores del Estado como Conaf, SAG, Indap, las seremías, la AChEE, etc. En este contexto, ahora somos una suerte de coordinador de las políticas. Entonces, la principal diferencia es que pasamos de ser una institución focalizada en temas ambientales a una entidad que tiene políticas, que es coordinadora y tiene una meta concreta a 2030.
¿Tienen ya una agenda?
Estamos comenzando el proceso de construcción de una agenda, ya que tenemos una fecha límite para generar nuestros resultados y el primer paso será la creación de instrumentos. Cuando asumí la dirección del CPL el 2014, existía sólo un instrumento: los Acuerdos de Producción Limpia (APL). Empezamos a pilotear instrumentos nuevos, como por ejemplo uno sobre los procesos de diálogo temprano a los proyectos de inversión y otro con diálogos en el contexto de cuencas donde hay conflictos comunes, como el tema agua o incendios. Y lo que hará ahora la Agencia es que con estas experiencias de pilotajes, abrirá en régimen instrumentos que están muy acorde con la adaptación al cambio climático.
¿De qué forma se produce esa adaptación?
La adaptación es, fundamentalmente, un proceso que surge a nivel del territorio. Las empresas, las instituciones y los gobiernos locales son los que tienen que prepararse para estos cambios. Basta mirar lo que ha pasado últimamente con temas como los incendios o los cortes de agua en Santiago para darse cuenta. Muchas veces pareciera que hay un solo responsable, pero si se empieza a hilar más fino, analizas que la empresa sanitaria capta el agua de una cuenca que tiene otro dueño y otros usos, donde también tiene cosas qué decir. Además hay una entidad reguladora, más la opinión de la población. O sea hay un diálogo público y privado que debe ir internalizando las nuevas condiciones, que a veces no son tan evidentes. Esto es muy parecido a lo que pasa en otras cuencas o servicios. En definitiva, de los APL crecemos más fuertemente a lo territorial.
¿Qué otros instrumentos nuevos esperan lanzar?
Antes de que termine este gobierno queremos lanzar instrumentos financieros especializados en negocios y tecnologías verdes. Es un gran salto que queremos dar.
¿Similar a los bancos de compensación?
No específicamente. Hoy el Estado ha operado en estas materias básicamente con instrumentos de subsidios, como los de Corfo y Sercotec. Por otro lado, están las herramientas de crédito, donde hay algunas experiencias por ejemplo del Banco Estado y Corfo, aunque estos últimos no han sido muy exitosos. Lo que estamos probando ahora son instrumentos de tercera generación, tipo fondos de capital de riesgo. O sea, empresas que están dispuestas a invertir en negocios verdes. Por lo tanto, lo que debería producirse es una masificación de tecnologías verdes y nuevos servicios en este ámbito, en la lógica de desarrollo de nuevos negocios.
¿Pero siempre ustedes como coordinadores?
Claro. Por eso la idea es trabajar con entidades como Corfo, el sector privado e incluso con recursos del Fondo Verde del Clima (Green Climate Fund), para una línea que hemos llamado “banco verde”, en la lógica de una institución que invierte recursos en empresas verdes.
¿Cuál es la expectativa que tienen al entrar al mundo de capital de riesgo y negocios verdes?
Vemos que en el mundo de los emprendedores y emprendimientos sociales hay un potencial muy grande e interés de ingresar fuertemente al tema de residuos, de energía y medioambiente. Cuando hay estos cambios estructurales de la economía (como pasó hace casi 20 años con las puntocom), las empresas que dominan en el mercado no necesariamente son las primeras en detectar las innovaciones. Más bien lo hacen las empresas nuevas y disruptivas. Queremos que ahora suceda algo parecido. En el mundo del emprendimiento hay un movimiento y un gran interés por entrar a los negocios verdes.
¿Cómo detectar oportunidades o focos de negocios verdes?
El tema de cambio climático y los ODS están transformando a la economía global. Entonces más que ver el tema sólo como una reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) lo que hay que hacer es incorporarse al proceso global. Basta ver empresas como Tesla o lo que ha pasado con las ERNC en Chile. O sea, son negocios muy rentables. Entonces ¿por qué no abrirnos a sectores nuevos para que el país crezca perfectamente un 4%o 5% en esta línea? El libro de Paul Polman (CEO de Unilever) muestra una serie de nichos de mercado en este aspecto.
¿La Ley REP podría significar una motivación fuerte en este aspecto?
Por supuesto, hay varias empresas y emprendedores que están haciendo cosas en cuanto al reciclaje. Pero también hay muchos ejemplos en materia de biodiversidad, como los bancos de compensación, donde se están abriendo vetas de negocios importantes. Justamente, por estas razones estamos comenzando con esta parrilla, donde el contenedor de todo esto es la Agenda 2030, un proceso participativo y de diálogo para la construcción de una agenda donde como país nos pongamos de acuerdo en los ejes principales para alcanzar las metas. Ése es el legado que queremos dejar como Gobierno.