El Gobierno británico ha ampliado el periodo de consultas sobre su propuesta de impuesto a los envases plásticos, que debía terminar el próximo 20 de mayo. Debido a que “muchos sectores interesados están afectados por la crisis de la COVID-19”, se seguirán recibiendo consultas y sugerencias sobre esta nueva tasa hasta el 20 de agosto.
El director ejecutivo de la Asociación de Servicios Ambientales (ESA), Jacob Hayler, considera esta ampliación un “enfoque sensato” ya que son muchos los actores a los que afecta este impuesto que ahora mismo se encuentran inmersos en una labor de “prestación de servicios esenciales a la sociedad en circunstancias difíciles”.
La nueva tasa afectará a todos los envases plásticos fabricados o importados por Reino Unido, que contengan menos de un 30% de material reciclado. El documento presentado por el gobierno británico el pasado 11 de marzo, propone gravar con 200 £ /Tm. estos envases a partir de abril de 2022, excluyendo el embalaje utilizado para el transporte de productos importados. El documento plantea una versión modificada de la definición de plástico que utiliza la Directiva de la UE sobre plásticos de un solo uso ya que se abarcan todos los tipos de plásticos, incluidos los compostables y los bioplásticos. La única excepción que se incluye son los “polímeros a base de celulosa que no han sido modificados químicamente”. En aquellos productos que estén fabricados con varios materiales (por ejemplo, una tarjeta de cartón recubierta de plástico), dependerá de si el plástico supone la mayor parte del peso del producto. Si está compuesto predominantemente de plástico, el peso total del producto computará para la aplicación de la tasa. De no ser así, el producto entero quedaría exento de abonar el impuesto.
El documento sometido a consultas considera además como embalaje aquellos productos que se venden a los usuarios finales como tal (por ejemplo, una película adhesiva). Esta concepción de embalaje difiere de la que se sirve el régimen de responsabilidad del productor, que solo incluye a los “materiales para la contención, protección, manipulación, entrega y presentación de productos”, sin incluir los artículos vendidos al consumidor final con el objeto de servir como envases. Tan solo se plantean algunas exenciones en el caso de los envases médicos y farmacéuticos.
El futuro impuesto plantea dudas sobre quién sería el responsable de abonarlo. En los envases fabricados en Reino Unido, la responsabilidad recae sobre el fabricante y/o convertidor, pero existen discrepancias en los casos en los que puedan darse múltiples fabricantes en la cadena de suministro. La complejidad aumenta para los envases importados. La Federación de Alimentos y Bebidas del país cree que el impuesto “penalizará a muchos productores de su sector que están sujetos a estrictas normas de seguridad alimentaria que afectan al embalaje que utilizan” e instan al gobierno británico a “repensar cómo el dinero recaudado a través de este impuesto podría utilizarse para transformar la infraestructura de reciclaje”.