NOVIEMBRE 2016
El desafío de la reducción del desperdicio de alimentos en América Latina

El sistema alimentario mundial necesita ser modificado ya que, entre otras razones, se desperdicia una considerable cantidad de alimentos que debería llegar a personas que sufren de hambre. Es imperativo encontrar alternativas de producción alimentaria y consumo que sean social y ambientalmente sostenibles. En Francia se promulgó la primera ley del mundo que prohíbe botar comida que no se vende o que está cerca de su fecha de vencimiento. En la región –y en Chile- hay varias iniciativas que van en la dirección correcta, las que serán profundizadas en la presente nota.

La urgencia de modificar el sistema alimentario se enmarca en el Objetivo Nº 12 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, que es “garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”. De hecho, los estados parte de la ONU se han comprometido a la meta de, hacia el año 2030, “reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita en la venta al por menor”. Este compromiso también fue adoptado por los países de América Latina en el marco del Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre 2025 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Para lograr esto último, los países de la región han conformado una alianza regional articulada a partir de comités nacionales, encargados de coordinar e intercambiar experiencias.

Sin embargo, ¿cuál es la situación actual respecto del desperdicio mundial de alimentos? ¿De qué manera los países de nuestra región están avanzando para reducir dichos desperdicios?

Un tercio de la producción total de alimentos en el mundo es desechada

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el desperdicio de alimentos alcanza 1,3 mil millones de toneladas por año a nivel mundial, lo que representa un tercio de la producción total de alimentos. Al mismo tiempo que una gran cantidad de elementos son desechados, el hambre afecta a cerca de 795 millones de personas en el mundo. De esta manera, reducir el desperdicio de alimentos y lograr que estos sean donados antes de su fecha de vencimiento, resulta esencial desde un punto de vista ético y humanitario.

Por otra parte, la reducción de los desperdicios de alimentos es positiva para el medio ambiente, ya que permite mitigar los efectos del cambio climático. Se estima que los alimentos desperdiciados representan 3.300 millones de toneladas de dióxido de carbono, y un consumo de agua de cerca de 250 km3. Asimismo, la disminución de los desperdicios de alimentos contribuye a paliar los impactos negativos de la basura orgánica acumulada, tales como la contaminación de los suelos y de las aguas subterráneas por la existencia de líquidos percolados, pesticidas y las emisiones de metano.

El desperdicio de alimentos en Chile y el proyecto de ley “anti desperdicio”

El desperdicio de alimentos es un problema de gran relevancia en Chile. Según datos de la FAO, en nuestro país se generan anualmente 1.62 millones de toneladas de basura de residuos de alimentos. La investigación sobre el impacto del desperdicio y la pérdida de alimentos es escasa, al igual que la sensibilización de la población al respecto, tal como lo demuestra el estudio “Cuánto desperdician los chilenos” (2011) realizado por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca. Este estudio indica que para un 94,9% de los encuestados el botar comida acumulada en el refrigerador es una práctica normal.

Sin embargo, al igual que los países anteriormente mencionados, Chile avanza progresivamente hacia la reducción del desperdicio. Actualmente se encuentra en trámite en la Comisión de Salud del Senado un proyecto de ley que modifica el Código Sanitario en materia de disposición de alimentos para evitar su desperdicio (Boletín N° 10198-11). Esta iniciativa de ley dispone que los establecimientos comerciales donde se vendan alimentos preparados deben ofrecer a sus clientes la posibilidad de llevar los alimentos no consumidos. Además, prohíbe la destrucción de alimentos que no son comercializables pero que son aptos para el consumo humano y establece la obligación para los supermercados de más de 100 metros cuadrados de donar los alimentos que tengan defectos de empaque o fecha de vencimiento cercana o destinarlos para fines de alimentación animal o elaboración de compost agrícola.

Otras iniciativas no legislativas: organizaciones internacionales y sociedad civil

El año 2015 la FAO –junto a la empresa alemana Messe Düsseldorf- lanzó el proyecto SAVE FOOD: Iniciativa Mundial sobre la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos, el que busca promover la creación de redes entre los actores de la industria de alimentos a fin de reducir las pérdidas de alimentos mediante campañas mediáticas de concientización y estudios de campo.

La sociedad civil también ha sido activa en impulsar iniciativas para concientizar a la población respecto de esta problemática. A este respecto se puede mencionar la fundación chilena RecuperaLab, la que implementa acciones contra el desecho de alimentos y denuncia los criterios estéticos de la industria alimentaria y de los consumidores, los que impiden el consumo de alimentos en perfecto estado. Asimismo, es relevante destacar el movimiento Disco Soupe, nacido en Francia y Alemania, el que recupera los alimentos no vendidos por razones estéticas y prepara platos, los que luego son distribuidos gratuitamente. Este movimiento se ha extendido a otras ciudades del mundo. En nuestra región existen iniciativas similares en Argentina, Chile y México.

Fuente : BCN