OCTUBRE 2017
Cómo Australia le ganó a la basura aceptando el desafío de reciclar de manera exitosa

Pese a que solemos imaginar a Australia como un eterno paraíso verde, lo cierto es que hace solo tres décadas estaba acosada por la basura. Los australianos producen un volumen de residuos municipales sólidos per cápita entre los más elevados del mundo, pero a mediados de los '90 se convirtieron en uno de los primeros en promover una política de "basura cero". En sola una década, la ciudad de Canberra había saltado de una tasa de recuperación de 22% al 69%. Hoy, ese país gestiona de manera eficiente (entre reciclado y disposición final) la mayor parte de sus residuos.

El modelo australiano se basa en maximizar el reciclado y va más allá: intenta garantizar que los productos sean fabricados para ser reutilizados, reparados o reciclados. Así, convierte el sistema industrial unidireccional en uno circular, que impulsa el reingreso del producto al mercado y se propone reducir al máximo los desechos en lugar de gestionarlos.

Latas. Metales. Vidrio. Papel. Cartón. Restos de comida. Pañales. Envases de plástico. Diarios, revistas, sobres, cajas, tetrabrick, botellas, frascos, envases de acero y aluminio, maderas, textiles, plásticos, envases y papeles con restos de comida, servilletas, vasos, envoltorio de golosinas, lamparitas, macetas, trapos sucios. El mandamiento uno del ambientalismo reza que "la mejor basura es la que no se genera".

El modelo se apoya en la "ley de las tres R": Reducción, Reutilización, y Reciclaje, en la separación de los residuos en origen y en el consumo responsable, que implica también elegir aquellos productos menos dañinos para el ambiente.

La política australiana difiere de la de los emblemas nórdicos, Suecia y Noruega, quienes logran reciclar casi la totalidad de los residuos -e incluso los importan de sus vecinos- para alimentar las plantas de incineración con las que abastecen la red de calefacción. Una práctica con dos fuertes cuestionamientos: no permite la reutilización de los productos y emite al medio ambiente sustancias tóxicas.

"Existen objeciones a varios procedimientos de generación de energía a partir de los residuos, porque desalientan la recuperación de materiales. Es una solución fácil: en vez de enterrar, quemo. Genero energía, pero no permito la recuperación de esos materiales", explica Martín Prieto, director ejecutivo de Greenpeace en nuestro país, a ámbito.com. Para Verena Boehme, directora ejecutiva de la fundación Manos Verdes, "en Europa el tema de la generación de energía es aceptado, porque hay un fuerte control y la población confía. Pero acá siempre ha sido cuestionado, debido a que la gente duda de los controles ambientales".

Fuente : http://www.ambito.com/
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