Los materiales que envuelven los alimentos deben pasar obligatoriamente por una serie de controles, a fin de que ninguno de sus componentes migre al contenido del envase y lo contamine.
Con el objetivo de aportar a este análisis, especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Industrial de Argentina (INTI) desarrollaron nuevas técnicas para evaluar los envoltorios de celulosa —que es la materia prima más utilizada en la comercialización de comida— y las transfirieron a todos los países del Mercosur.
“La resolución 42/15 del Mercosur sumó una nueva sustancia a la lista de materiales con riesgo cancerígeno: la antraquinona. Desarrollamos una metodología que no existía en la región a fin de detectar su presencia en envoltorios de papel” indica Fabián Delorenzi, del Centro de Celulosa y Papel del INTI
La nueva metodología consiste en hacer una extracción en cloroformo (líquido incoloro, derivado del metano) sobre la muestra de papel, mediante un equipo Soxhlet. Luego se determina el contenido de antraquinona en el extracto por cromatografía líquida.
En el caso de materiales no reciclados, los fabricantes deben presentar una declaración jurada con los aditivos que aplicaron para la producción del papel. “Hacemos un ensayo de migración global para saber todo lo que puede llegar a trasladarse del envase al alimento —establecido por la reglamentación Mercosur— y otro específico para medir algún contenido particular”, detalla Delorenzi, responsable del Laboratorio Químico y de Procesos.
Para los papeles realizados con celulosa reciclada, se suman otros ensayos porque el material es más complejo. Se evalúa no sólo la migración específica de metales pesados, sino también si contienen tintas, si se transfiere materia prima al alimento o algún componente de las mismas y se buscan elementos potencialmente cancerígenos.
Con el desglose de los componentes, los técnicos solicitan un detalle del tipo de producto que se va a transportar, el tiempo, la temperatura, y realizan una simulación del contacto. Si el papel reciclado va a acompañar un alimento acuoso-graso, como puede ser una pizza, suman análisis de otros compuestos incluidos en la última Reglamentación Mercosur (como ftalatos).
Estos estudios son de carácter obligatorio y son certificados por el Instituto Nacional de Alimentos (INAL) o el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) en el caso de tratarse de productos cárnicos o vegetales. Para los productores que desean exportar a Estados Unidos o a Europa, contar con estos informes es vital para cumplir con los requisitos exigidos en los países de destino.
Este trabajo se suma a las acciones que impulsa el INTI, institución que este año celebra su 60º aniversario, desde la Comisión de Alimentos del Mercosur. “Si bien estos análisis son de carácter obligatorio, se está avanzando en la inclusión de esta información en el etiquetado, a fin que en un futuro próximo el usuario pueda conocer si el ensayo fue realizado”, anticipa Delorenzi.